ACTIVIDADES DEL MUSEO HISTÓRICO MUNICIPAL DE FUENTE-TÓJAR EN 2005

(Fernando Leiva Briones, Director-Conservador del Museo de Fuente-Tójar)

 

 

Lám.1m

 

Lám. 2m

 

Lám.3m

Lám.4m

Lám.5m

   

Lám.6m

 

Lám.7m

 

 

  Lám.8m.

 

Lám.9m. Taller de arcilla para jovenes inscripción de SUCAELO.

Lám.10m.

 

Lám.11m.

Además:

El Museo coordinó tres reuniones de la Asociación “Amigos del Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar” que tuvieron lugar en la sede del Museo.

El Museo está colaborando con el Seminario de Arqueología de la Facultad Universidad de Córdoba sobre catalogación de terracotas iberorromanas.

Este Museo está en contacto con la Diputación Provincial de Córdoba en lo relativo a convenios con los Museos Locales.

Se estuvo en comunicación con la Denominación de Origen Priego de Córdoba a la que se solicitó la subvención necesaria para poder realizar, un año más y organizadas por el Museo, las visitas guiadas a los yacimientos tojeños, Jornada en la que colaboraría la Asociación Gastronómico Cultural “Amigos de la Alcaparra ”.

Se han llevado a cabo diversas publicaciones en el X volumen de la Asociación Provincial de Cronistas Oficiales, en el volumen IV de la Asociación Provincial de Museos Locales y en el volumen “Mujeres cordobesas, su contribución al Patrimonio” y se ha trabajado, y se sigue trabajando, a fin de la publicación de nuevos temas relacionados con la Historia pasada y presente de este pueblo.

Lám.12m.

 

 

Lám.12m. Bautista Briones de Danzante (primero, derecha) en 1974

Durante los meses de julio y agosto las puertas del Museo permanecieron abiertas prácticamente todos los días, mañana y tarde, incluyendo sábados y domingos. En ese tiempo se hizo un estudio de los materiales relacionados con la Guerra Civil Española existentes en el Museo con vista a su publicación, se han completado las vitrinas 11 y 15 con nuevas piezas y se han documentado y expuesto las anotaciones correspondientes en la vitrina nº 17 y en la pared.

En el mes citado se han catalogado, inventariado y documentado fotográficamente 270 piezas de todas las épocas de las cuales 169 son de nuevo ingreso en el Museo Histórico Municipal habiéndose seleccionado un buen número, después de haberlas tratado convenientemente, para su exposición permanente en las vitrinas. Algunas mostramos se muestran en las láminas 13m y 14m.

A lo largo del tiempo mencionado se han visitado los principales yacimientos del término para ver su estado de conservación habiendo podido comprobar que las murallas de Las Cabezas, el molino de El Lucerico, Villa Consuelo y la Noria de Pepico se van deteriorando por momentos debido principalmente a la acción de los agentes atmosféricos y a la acción antrópica; sin embargo se ha comprobado que los detectoristas no han hecho mella en dichos yacimientos.

Se han fotografiado de nuevo los materiales existentes en el Museo dando una copia a la Guardia Civil del Puesto de Fuente-Tójar.

Por último señalar que el número de visitantes que accedieron al Museo fueron 265 personas.

 

 

PIEZAS INGRESADAS EN EL MUSEO EN 2005 (láminas 14m y 15m).

Lám.14m.                        Lám.15m.

Procedentes del casco urbano: Un peine con cinco cartuchos metálicos completos de época posterior a la Guerra Civil , total 6. Una pila circular en piedra, total 1. Nueve cartuchos completos de pistolas de diferentes calibres de época posterior a la Guerra Civil , total 9. Una cuchara metálica, total 1. La parte superior de una hornilla de hierro, total 1. Un paquete de celtas corto; dos aisladores de electricidad; un interruptor; un portalámparas completo y cinco cartuchos de bala (tres completos) marcados con diferentes puntos de fabricación y de diferentes fechas), total 10. Diez monedas de cobre de diferentes épocas, siendo las más importantes las relativas a Carlos III y a Fernando VII, total 10.

Procedentes de El Lucerico: Dos ladrillos y un fragmento de vaso en cerámica común de Época Romana, total 3.

Procedentes de El Torilejo: Un aislante eléctrico de vidrio verde, total 1.

Procedentes de Los Barrancos: Una insignia de la aviación en metal (importante), total 1.

Procedentes de El Perezón: Un cartucho de latón de fusil de la G. C. Con la marca FNT 1936, total 1.

Procedentes de Las Cabezas: Un fragmento de cuello y labio de un recipiente cerámico de Época Tartésica (importante); Un fragmento de cerámica pintada ibérica; un fragmento de estuco romano; un fragmento de asa de vidrio de un recipiente moderno; un fragmento de alambre de cobre; tres cartuchos de la G. C. dos de ellos con el fulminante sin picar con la marca PS 1927 y 1936 y el restante PS 1919 (importante), total 7. Un ladrillo pequeño y un fragmento de cuello y borde de Época Romana, total 2. Una escoria; tres fragmentos de bordes de vasos cerámicos; un fragmento de vástago de un recipiente cerámico; un fragmento de vaso de vidrio; una posible tapadera de vaso cerámico; cuatro fragmentos de t. s. uno de clara, otro de pared y borde de vaso y dos con marca, uno de ellos con una figura humana (importante) y el otro sin precisar por faltarle letras (todos de Época Romana); una pieza dentaria de herbívoro sin precisar época y un cartucho de la G. C. PS 1925 (importante), total 13. Un fósil de forma esférica; un fragmento de recipiente cerámico con incisiones circulares y otro con perforaciones perteneciente a una “quesera”, ambos en cerámica común de Época Romana (importantes); un peine para cartuchos, un cartucho con el fulminante intacto y la marca PS 1936, un balín cilíndrico con la punta redondeada y un poco pólvora tubular, total 7. Un fragmento de hierro con restos de cobre, sin precisar época; un fragmento de placa circular de latón; un fragmento de lucerna, un fragmento de vaso de t. s., dos fragmentos de vasos de t. s. uno con la marca AVIB (importante) y el otro con restos de marca en una cartela circular, todos de Época Romana, y tres fragmentos cerámicos posiblemente de Época Medieval, total 9. Un fragmento de fósil de concha; un fragmento de culote y cuerpo de un recipiente cerámico de Época Romana y tres fragmentos de asas de la misma época, total 5.

Procedentes de La Mesa : Un fragmento de molino naviforme, una mano de molienda y una piedra prismática, todos en basalto o gabro; dos lascas de sílex; un fragmento de un posible pulidor para cerámica; dos fragmentos de almagra; veintinueve fragmentos cerámicos correspondientes a diferentes partes de otros tantos recipientes incluyendo un “cuernecillo”, elaborados a mano y por diferentes procesos de cocción y decoración, todo correspondiente al Neolítico Final y Calcolítico, y un fósil, total 37. Una ostra fósil, total 1. Una mano moledera de forma ovoide y color granate, total 1. Un balín de fusil de la G. C. y un pendiente de hoja de lata decorado con la leyenda REPOSE o DEPOSE (importante) en el reverso, total 2.

Procedentes de Caicena (próximo a La Cubertilla ): Un arco de fíbula tipo “Pico de Pato” de Época Ibérica, total 1. Dos fragmentos de ímbrex; un culote; dos fragmentos de asas y seis fragmentos de vasos cerámicos de Época Romana, total 10.

Procedentes del Término Municipal de Fuente-Tójar sin especificar: Un cartucho vacío con fulminante intacto (PS, 1936); un fragmento de vaso de t. s. decorado con ovas y una figura humana (todos ellos importantes); un distintivo metálico (cubrebotones) con la insignia de la Aviación y una pieza circular en piedra, posiblemente una prensa para hacer queso o un molino, ya que se halla decorada en una de sus caras con incisiones a forma de estrella de ocho puntas y por la otra con la impronta del palo o pieza que le hacía girar o prensar, total 4. Una campana pequeña de cobre o bronce sin asidero ni badajo y un cartucho con pestaña (importante) sin percutir y sin marca en la corona, total 2. Un cartucho metálico con la marca PS y un botón metálico de época romana o visigoda, total 2. Cuatro balines de la G.C .E., uno con la marca en el culote, entre otras siglas, B 17, probablemente esta bala proceda de La Renta , total 4.

 Procedentes de El Esparragal: Una placa cerámica restaurada con la leyenda “TERSER DISTRITO 12¿8?, total 1.

Procedentes de El Camino de El Tarajal (Bullegui): Un fragmento de asa de dolium; un fragmento de tégula y otro de ímbrex y catorce fragmentos de cerámica común, todo de Época Romana, total 17.

Procedentes de Churriana (Málaga): Un ladrillo cerámico pequeño, un fragmento de la hoja de un hacha de hierro y  una gárgola en cerámica verde, total 3.

 

 

SVCAELO, CIUDAD MISTERIOSA

 

(Fernando Leiva Briones, Director-Conservador del Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar)

 

 

 

INTRODUCCIÓN

 

En las líneas que siguen, presentamos el texto íntegro recogido en un librito monográfico (separata) cuyo autor es don José María de Navascués y que ya publicara titulándolo SVCAELO siendo Conservador del Museo Arqueológico Nacional (Madrid) en la década de los años 30 del siglo pasado. El eje principal del trabajo se centra en un titulus sepulcralis en el que se hace alusión a la ciudad hispana homónima de la obra. La inscripción apareció en Las Cabezas en 1933 y fue divulgada por el Sr. Navascués  al año siguiente en dos lugares: Uno, del que nos valemos (una copia del original se halla en el Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar) con 23 páginas (ver infra y notas finales), y otro, el más conocido por los investigadores, reseñado “Sucaelo”, en ACFABA 1, pp. 319-337, Madrid.

 

Lám.2-S.

Hemos estimado conveniente titular nuestra comunicación “SVCAELO, CIUDAD MISTERIOSA”, por entender que hasta el momento no consta el lugar físico exacto de la ubicación de tal ciuitas ni que haya aparecido otra inscripción topónima en lugar alguno con la excepción de Fuente-Tójar, corroborado, esto último, por el titulus tojeño, por lo que sólo conocemos de la existencia de Sucaelo por Plinio como perteneciente al Conventus Cordubensis, si bien la vieja ciudad y su territorium debieron estar incluidos en el Astigitanus. No por ello, nos sigue siendo enigmática como ya lo expusimos allá por 1988 (“Iliturgicola, de ciudad estipendiaria a municipio latino, Fuente-Tójar”. En ADARVE, nº 202-203, pp. 35-39, nota 17) en que nos hacíamos una serie de interrogantes que continúan hoy día, como es la ausencia en el relator latino de ILITVRGICOLA, ciudad que no fue la única olvidada, según vemos en CORZO, R. y JIMÉNEZ, A. (1980): “Organización territorial de la Bética ”. En A. Esp. A., 53, pp. 21-47.

Quisiéramos concluir esta introducción añadiendo que la lápida en cuestión se halla actualmente en el Museo Histórico Municipal de Priego de Córdoba (vid infra) tras haber pasado por una serie de avatares, como han sido su depósito en el Ayuntamiento prieguense y su posterior traslado a Las Carnicerías Reales de esa ciudad, en donde la conocimos arrumbada y con manchas de cal en sus caras hasta que fue rescatada, limpiada y expuesta, primero por Beatriz Gavilán y después por Rafael Carmona, actual director del Museo prieguense. En el Museo de Fuente-Tójar se exhibe una copia (láminas 1-S y 2-S), infra.

 

 

(Portada, sin número de página)

S V C A E L O

POR

JOAQUÍN M.ª DE NAVASCUÉS Y DE JUAN

Conservador del Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

 

MADRID

Tipografía de Archivos. Olózaga, I.

I934

 

 

(Pág. 2, sin número)

 

 

(Pág. 3,sin número)

Tirada aparte del «Anuario del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos».  Madrid, 1934. Volumen I

 

 

(Pág. 4, sin número, en blanco).

 

(Pág. 5, sin número)

SUCAELO

POR

Joaquín M.ª de Navascués y de Juan

Conservador del Museo Arqueológico Nacional (Madrid)

La villa de Fuente Tójar, del partido judicial de Priego, en la provincia de Córdoba, es conocida de antiguo en la arqueología española, pues ya en el siglo XVI se escribía sobre sus ruinas y antigüedades1. El suelo de su término ha dado constantemente a luz numerosos y variados objetos, recogidos muchos por particulares, que llegaron a formar importantes colec­ciones 2, como la de Miró, adquirida por el Museo Arqueológico de Madrid. A pesar de ello, la persona­lidad arqueológica de Fuente Tójar ha sido muy se­cundaria y dependiente de Almedinilla, lo cual provie­ne del proceso de su exploración científica. En el año 1866 estaban recién creadas las Comisiones provincia-­

1 Lorenzo de Padilla las menciona en su libro manuscrito La Historia General de España, según Luis M. Ramírez de las Casas Deza en la Corografía histórico-estadística de la provincia de Córdoba, comenzada a escribir en 184o. Noticia que debo al señor Santos Gener, director del Museo Arqueológico de Cór­doba.

2 Casas Deza, en la obra citada, refiere al por menudo los objetos que se encontraban en Fuente Tójar y los que compo­nían las colecciones que en la villa se conservaban.

 

 

(Pág. 6)

6          J. M, de Navascués y de Juan.

les de Monumentos, eficaces propulsoras de los estu­dios arqueológicos en España, y la de Córdoba comen­zó su brillante actuación con deseo vehemente de aco­piar datos y materiales. Para conseguirlo hizo una in­vestigación entre los pueblos de la provincia, y por ella se supo que en Fuente Tójar salían objetos anti­guos a montones, hasta el punto de que se mandaban fuera por cargas, y como muestra se recibía en Cór­doba, con destino a su Museo, una remesa con crecido número de ellos. Estos hechos animaron a la Comi ­sión, la cual, en 1 de abril de 1867, acordó que se hi­ciera un reconocimiento del terreno, encomendando el trabajo al ilustre erudito cordobés Luis Maraver y Alfaro, Inspector de Antigüedades a la sazón. Este, acompañado del arquitecto Mariano López Sánchez, se hallaba en Fuente Tójar el 13 de aquel mes, y tra­bajó tres días. Se publicaron noticias de los resultados en la Revista de Bellas Artes3, que prometió publicar una Memoria de Maraver, la cual al fin quedó in­édita en el Archivo de la Academia de la Historia. En ­tonces, estando Maraver en Fuente Tójar, debió ser cuando hubo noticia de que objetos semejantes a los por él encontrados aparecían en la vecina aldea de Almedinilla, con mala suerte para Fuente Tójar de la que nadie se acordó ya.

En efecto: Maraver, con la ayuda económica del Municipio de Córdoba y el patrocinio de la Comisión de Monumentos, hizo una intensa campaña de excavaciones en el nuevo yacimiento, a partir del 16 de sep-

 

­3 "Rev. De Bellas Artes", t. I. Madrid, 1866-67. Noticia de los descubrimientos, núm. 30, pág. 239. La ciudad de Iliturgí­coli, núm. 31, pág. 241.El descubrimiento verificado en Fuente Tójar (Iliturgícoli), núm. 32, pág. 254.

 

(Pág.7)

Sucaelo.                                 7

tiembre del mismo año, 1867, logrando descubrir una de las más importantes estaciones de la cultura hispá­nica andaluza. El éxito fué clamoroso, los Museos ar­queológicos de Córdoba y Madrid se enriquecieron con importantes piezas, cuyas singularidades excitaron la curiosidad de los sabios, y se acabó por reconocer la exis­tencia de una cultura indígena, autóctona, en la Pen ­ínsula antes de la llegada de los romanos. Todavía guar­dan sorpresas las armas que constituyen lo principal del lote. Esta vez el excavador Publicó sus resultados en la Revista de 'Bellas Artes e Histórico-Arqueológica4. A1 cabo de años, robustecieron el interés arqueo­lógico de Almedinilla las exploraciones de los france­ses Pierre Paris y Artur Engel, quienes, sobre los pa­sos de Maraver, ampliaron datos; pero no mejoraron los resultados, y de sus trabajos dieron cuenta en la Revue Aychéologique 5.   

Con todo ello, Fuente Tójar, cuyos descubrimien­tos habían sido causa de tan gran avance científico, vino a ser considerada en adelante como secuela de Almedinilla, y sus nombres, suenan casi siempre juntos, ganándose la prelación este último. Recientes e impor­tantes acontecimientos ponen ahora de moda aquella comarca, y se recaba para Fuente Tójar una persona­lidad tan individual como la podía proporcionar sólo el hallazgo de su antiguo nombre: SVCAELO. En los últimos días de septiembre , de 1933, en el cerro llamado

4    L. Maraver, Expedición arqueológica a Almedinilla. "Rev. de Bellas Artes e histórico arqueológica", Madrid, i867-68, pá­ginas 307 y siguientes.

5 P. Paris y A. Engel, Fouilles et recherches a Almedinilla, "Rev. Archéologique", 4.' serie, t. VIII, 1906, págs. 49 y , siguientes.

 

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8                       J. M. de Navascués y de Juan.

de Las Cabezas, al deshacer un majano, los labriegos José Matas Corral y Alejo Pareja Ruiz encontraron den­tro del montón de piedras una lápida de mármol con la inscripción latina que lo contenía. El hecho tuvo reso­nancia, porque la lápida fué mostrada en su finca de campo, próxima al lugar del hallazgo, a Su Excelencia el Presidente de la República , y la prensa diaria de Cór­doba recogió la efeméride y dió noticia del letrero. Su Excelencia, convencido del interés que lo descubierto podía tener, lo hizo saber al señor Ministro de Instruc­ción Pública, el cual, en orden de 5 de octubre último, me mandaba ir al lugar del hallazgo para informar del mérito arqueológico de lo encontrado. Cumplida la mi­sión oficial en tiempo oportuno, quiero ahora dar a co­nocer las novedades que vi allí.

La villa de Fuente Tójar está situada al Sureste de la provincia de Córdoba. Su acceso más cómodo es des­de Cabra, por Priego. Su caserío, blanco y risueño como todos los andaluces, se oculta en una hondonada rodeada de lomas y cerros, últimos repliegues de la sierra de Priego sobre La Campiña cordobesa. Las rítmicas plantaciones de los olivos suavizan las as­perezas de la serranía; la abundancia de almendros pres­ta al paisaje encantos de jardín, y donde la arboleda fal­ta se reparten la tierra los sembrados. Hundido entre los quebrados del terreno, al Saliente del término, con­finándolo, corre el arroyo Caicena, que viene de Al­medinilla, distante 11 kilómetros al Mediodía, para ren­dir su caudal en aguas del San Juan, afluente del Gua­dajoz. Entre el arroyo y el poblado se alzan dos ce­rros enfilados de Oriente a Occidente: el más alto, a la parte del Caicena, se eleva 757 metros sobre el mar y es el llamado de Las Cabezas; los viejos del lugar re­cuerdan otro nombre: Ciudad de las Cabezas. Al otro

 

     (Pág. 9, Topografía. Ver lám.3-S)

 

     (Pág. 10, en blanco)

 

 (Pág.11)                                                                                                   Lám.3-S.

 

 

Sucaelo         11

 

cerro, de 750 metros de alto, le llaman La Cabezuela

por más pequeño. Los dos están dedicados al cultivo; olivos, almendros y alguna encina señorean las cum­bres y cubren de verdor las laderas del Norte. Lo de­más se siembra de cereales y garbanzos. Las Cabezas tienen en lo alto una espaciosa meseta, ondulada e in­clinada hacia el Septentrión; el borde meridional lo forma un banco de roca caliza, que adquiere proporciones de profunda cortadura en el ángulo Sureste, haciendo la subida imposible por esta parte. En lo de­más, salvo riscas aisladas, la tierra de labor lo ha cu­bierto todo. El acceso a Las Cabezas es penoso, no duro; el menos fatigoso y más natural está al Norte, a unos 1300 metros de la villa, por el camino que lla­man de Todosaires, subiendo hacia Mediodía por la ca­ñada que las separa de La Cabezuela , por donde se llega cómodamente a la meseta. Esta es la atalaya del término, donde el horizonte adquiere grandes y útiles proporciones. Al Norte se domina La Campiña , limita­da a la izquierda por la sierra de Cabra y a la derecha por la mole del pico de Ahillo, ante el cual se divisa la blanca mancha de la ciudad de Alcaudete, en la pro­vincia de Jaén. A la parte del Sur se ve levantarse la sierra de Priego, tras de la cual recortan sus siluetas los picos de Albayate y la Tiñosa en dirección a Rute, formando la barrera divisoria de la cuenca del Genil y provincia de Granada; en medio de esta perspectiva montañosa se alza a la izquierda del que mira el agudo cerro de la Cruz , señero de Almedinilla, que yace a sus pies colgada sobre el Caicena. Al Este limitan la vista los cortados de la derecha del arroyo, foso natural por este lado. Por Poniente cierra el horizonte La Cabe ­zuela; pero desde su altura se completa el dominio de los cerros y barrancos vecinos.

 

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La topografía de Las Cabezas conviene al asiento de la antigua ciudad que hubo en su cumbre. De aque­lla ciudad quedan: la tradición, que ya se pierde, conservada en el nombre Ciudad de las Cabezas, las rui­nas de sus edificios y su nombre.

En cuanto al de Ciudad de las Cabezas, fácil es de­terminar su origen en la existencia de un recinto amu­rallado, seguramente más visible en otro tiempo, en lo alto del cerro, y en el hallazgo de cabezas de estatuas, que servirían de motivo al pueblo para dar nombre a la ciudad desconocida, o en que se llamaran cabezas a los cerros en junto6.

Del poblado quedan restos de la muralla y muy poca cosa de las construcciones interiores. En los restos de la muralla, que se ceñía al contorno de la meseta, se revelan arquitecturas diferentes, sin que de ello se pue­dan inferir ahora atribuciones a épocas concretas. En la banda del Norte y en la del Este domina una cons­trucción de piedras irregulares, asentadas, al parecer, en seco, y acuñadas con otras más pequeñas, acusan­do una obra de aspecto primitivo; esta construcción está organizada en muros escalonados, hechos con re­lleno de cantos entre los paramentos, obra que recuer­da la de algún antiguo recinto soriano7. Al Sureste de la meseta y en la parte del Mediodía hay lienzos cons­truidos con sillares pequeños, mal escuadrados, acuña­dos en algún sitio con piedras menudas; en otro lugar los lechos de las hiladas están regularizados con cuñas buscadas o labradas ad hoc. Todo ello podría ser obra

6    Casas Deza, en la obra citada, los llama Cabezas de Tójar.

7 El de Ocenilla. B. Taracena, Excavaciones en la provin­cia de Soria. "Junta Sup, de Exc. y Ant., núm. 119, Madrid, 1932, Pág. 41.

 

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Sucaelo.                                      13

de mano indígena. De torres no hay visible sino rastro de una sola en la parte que mira al Norte; es redonda en su frente y está hecha con sillares grandes, muy tos­cos, despezados en hiladas horizontales y con juntas al­ternadas, lo que parece acusar modernidad sobre lo arri­ba expuesto. Encima del banco calizo que corona el ce­rro por la banda del Sur hay un andén espacioso, que, ceñido al pie de la muralla, llega hasta el lado de Po­niente, cerca del cual toma una inclinación descendente y se pierde casi al nivel de la cañada de La Cabezuela ; pudiera haber sido una rampa de acceso. La altura má­xima que miden los restos de las murallas, en lo que está a la vista, es de 2 metros ; su grosor es imposible apreciarlo por enrasar, aun los paramentos más altos, con la tierra de adentro, a la que sirven de contención.

En el interior del recinto el suelo está cuajado de vestigios de la antigua ciudad; la piedra de construc­ción ha sido preciso, por las necesidades del cultivo, amontonarla en grandes y macizos majanos, notables por su número; en ellos, entre piedras informes, se ven sillares y restos de columnas; lo que guarden en su in­terior no se puede prever. Los tiestos son incalcula­bles a flor de tierra; abundan pedazos de tejas roma­nas, fragmentos de vasijas hispánicas con la decoración típica andaluza y otros de cerámica roja de tipo are­tino. También se ven muchos vidrios, hierros, estucos monócromos, etc., propio todo de la industria romana, y monedas de todos los tiempos, pero hispánicas y ro­manas imperiales en mayor proporción.

Lo que sobrevive de edificios está muy echado a perder. A lo largo de la parte que mira al Mediodía, donde aflora la roca, quedan los cimientos de algunas casas excavadas en ella; pero no a lo rústico, sino con

 

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muros rectos, recintos amplios y regularmente escua­drados, umbrales en las puertas, escaleras, organiza­ciones complejas de plantas, todo bien hecho y acaba­do; acaso no fueran talladas en la roca más que las par­tes bajas; lo demás se completaría con los materiales usuales y la piedra sacada de la excavación. Sólo sub­sisten a la vista los restos de un edificio construido con sillares. Entre estas ruinas quedan trazas de algunas calles, de dos metros de anchas. Lo más completo de las construcciones que se conservan son los cuatro aljibes descubiertos el año último. Están excavados en la roca, tapados con losas, una de ellas taladrada formando la boca, y revestidos con una mezcla de pedacitos de la­drillo, cal y arena; las plantas son cuadrilongas y las secciones verticales trapeciales, con la base más ancha abajo. De estos cuatro depósitos, uno está hacia el cen­tro del despoblado, y los otros tres en 1a zona donde subsisten las ruinas, dispuestos en serie, unidos por sus testeros, en cuyas paredes tienen en alto un venta­nillo de comunicación. La profundidad mayor que medí en ellos es de tres metros y medio. Aparte éstos se co­nocían de antiguo otros dos aljibes, uno descubierto y cegado y otro, todavía en uso, con la boca cercada por un brocal y con una pila contigua excavada también en la roca.

A1 despoblado acompañan dos necrópolis: indígena la una y romana la otra. Los familiares del vecino de Fuente Tójar, don José Madrid Pérez, que tan provechosa ayuda me prestó, me señalaron dos sitios de don­de salía material funerario. Uno era la falda meridio­nal de La Cabezuela , en la cual aparecían ollas y pu­cheros con huesos. Este dato está comprobado porque es el lugar preciso donde Maraver hizo sus exploraciones, y éste dice que de allí sacó ciento cuarenta y tan-

   

 

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Sucaelo.         15

tos objetos, de los que más de la mitad eran urnas ci­nerarias de barro, procedente todo de "una necrópolis o enterramiento común, cuya existencia, si bien no pudo reconocerse ni determinarse con exactitud, tanto por el poco tiempo invertido, como por estar en cultivo el te­rreno, se puede sin embargo asegurar que es vasta; pues practicadas las excavaciones en tres puntos distin­tos, y que distaban entre sí más de 60 metros , en todos tres se encontraron en abundancia los objetos referidos, y los que no se han traído por estar inutilizados"8. De las características de la necrópoli el mismo Mara­ver dice: "Los objetos metálicos... se encontraron en el interior, de las ollas y jarrones, a diferencia de las armas que estaban fuera, aunque en contacto con di­chas urnas. Los huesos que éstas contienen presentan todos los caracteres de la calcinación, y están en per­fecto estado de conservación. No se ha encontrado nin­gún sepulcro ni monumento importante... Los jarrones y ollas se encontraron siempre de una cuarta a una ter­cia de profundidad, y cubiertos siempre de una losa más o menos grosera y sin inscripción; pues aun cuan­do alguna vez no se encontró la losa, se puede asegurar que cuando no estaba era porque había sido levantada por el arado en alguna de las labores anteriores. Tan­to las ollas como los jarrones estaban además res­guardados por una pequeña pared de tres caras o lados, que correspondían a los puntos N., E, y O., faltando sólo la del S. No ha sido raro encontrar en cada cua­drado de éstos (cuyas paredes tenían como una vara

8 Esta cita y la siguiente se refieren a la memoria de L. Maraver, Expedición arqueológica a Fuente Tójar, Córdoba, 20 de mayo de 1867, conservada en el Archivo de la Academia de la Historia.

 

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16        J. M. de Navascués y de Juan.

de latitud) tres, cuatro y hasta siete jarrones u ollas, y en algunas de éstas restos de dos y aun de tres ca­dáveres. Tanto los unos como las otras estaban cubier­tos con un plato o patera y además, por regla general, había tres platos o vasos para cada jarrón u olla, co­locados unos dentro de otros, y puestos de pie y en con­tacto con dichas urnas. Los barros de estos platos y va­sos son muy finos y de varios colores, encontrándose entre ellos preciosos búcaros saguntinos y finísimos ba­rros blancos y negros, esmeradamente trabajados. A unos dos metros de cada uno de estos depósitos o ente­rramientos particulares se encontraron siempre carbo­nes, cenizas y gran cantidad de huesos, restos de los animales que se sacrificaban al quemar y hacer 1a in­humación de los cadáveres". De todo esto se infiere que allí existe una necrópoli de tipo hispánico, mante­nida bajo la dominación romana, según lo acreditan los preciosos búcaros saguntinos, ajustándose así al cuadro arqueológico del cerro. Su origen puede ser anterior; pero no hay datos ahora para afirmarlo. Otro lugar donde aparecieron sepulturas es una haza, propiedad de don José Madrid, sita en una loma al Norte de Las Cabezas, y frontera al cerro. El hijo del propietario me refirió que en distintas ocasiones, al hacer las labo­res, habían salido bajo tierra sepulcros hechos con pie­dras y tejas planas, a las que acompañaban vasijas de terra sigillata; de ellos vi algunas muestras, y son lo su­ficiente para atestiguar la existencia de sepulturas ro­manas en lugar apropiado para necrópoli y distante del de la indígena.

En lo alto de la vertiente de Mediodía del cerro, al promedio, debajo del banco de roca que lo corona, está el lugar que ocupaba el majano de cuyo interior sacaron la preciosa lápida de mármol negro con vetas blan-

    

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Sucaelo.                                17

cas, cuyo letrero latino, una de las piezas más impor­tantes con que contará la epigrafía española, nos ha re­-

velado el nombre de la antigua ciudad: SVCAELO. La lápida, que ilustra este trabajo, fué depositada en la Alcaldía de Priego. Mide 64 centímetros de anchura, 43 y medio de alta y 12 de gruesa. Está magníficamen­te conservada. Las letras son primorosas, de 45 milíme­tros de altura, y las interpunciones están figuradas por hojitas preciosamente estilizadas. Hay que considerar­la como un bello ejemplo de transición de la época de Augusto, de la que está ya algo alejada, a la de Traja­no, y puede ser fechada, con bastante probabilidad, en la segunda mitad del siglo I. En seis líneas dice:

M(arcia) M(arci)  f (ilia)  Procula  //  Patriciensis an(norum) III S(emis). // M(arcus) Marcius Gal(eria) // Proculus Patricien//sis, domo Sucaeloni // Duumvir C(olonorum) C(olontiae) P(atriciae) [vel P(osuit?)].

Lo cual significa: Marcia Prócula, hija de Marco, Patriciense, de tres años y medio. Marco Marcio Prócu­lo, de la tribu Galeria, Patriciense, oriundo de Sucaelo, Duumviro de los Colonos de la Colonia Patricia , o, Duumviro de los Colonos de la Colonia , lo puso.

Del contexto del epígrafe; por la ausencia de fór­mulas y por el cómputo de los años de la niña, prué­base que es un monumento funerario dedicado a la memoria de Marcia Prócula, hija de Marco, muerta a los tres años y medio de su vida. El nombre que si­gue es, seguramente, el de su padre, Marco Marcio Próculo, de quien hay que suponer que intervino en la inscripción siendo vivo, pues falta el dato de su edad, que no se hubiera omitido si fuera difunto; y aun la falta, también, de filiación, y la ostentación, en cambio, de todas aquellas circunstancias personales que podían envanecerle ante sus compatriotas, aconsejan sospechar-

 

 

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lo así. Por lo que es de creer que su intervención fue la de erigir y costear el monumento. Nada más natural que a una niña de tan tierna edad fuera su padre quien dedicara el recuerdo, y consecuentemente, he creído po­sible que la última sigla del letrero signifique p(osuit), ya que el nombre P(atriciae) no era preciso consignarlo por estar aludido más arriba en el adjetivo Patriciensis. Consta, pues, la inscripción de dos partes sintácticamen­te independientes. Contiene la una el nombre de la difun­ta con las demás circunstancias personales; la otra el del dedicante seguido de las suyas. La ausencia de todo término formulario sería acaso una prueba de buen gusto, a tono con la distinción y elegancia que se acu­san en el monumento, el cual, hasta cierto punto, da idea de la elevada condición de Marcio Próculo por la calidad de la piedra, exótica en el país, que supon­dría un buen precio. Los dos eran colonos de Córdoba, donde el padre había llegado a desempeñar la más alta magistratura municipal: el duumvirato, y procedería su familia de Sucaelo, una de las ciudades más céle­bres del convento jurídico cordobés al decir de Plinio9.

Tres cosas epigráficas notables hay en la inscrip­ción. La abreviatura del nombre de la niña, Marcia, por su letra inicial, uso que, si es frecuente y normal en los prenombres, es rarísimo en los nombres. La si­gla S por semis, para indicar el medio año más de los tres que vivió Marcia Prócula, es otra rareza, y su significado resulta más claro aquí que en los otros cua­tro casos que recogió Hübner 10. Y, finalmente, la fór-­

9 Nat. Hist., III, 10 Ed. de C. Mayhoff, vol. I. Leipzig, 1906, pág. 234.­

10 C .I.L.II 626, 920, 2859, 3628.

    

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mula domo Sucaeloni que se nos ofrece aquí en su ver­dadero sentido de patria, lugar de la procedencia familiar donde radicaría la casa que hoy llamaríamos solariega, independiente del lugar de nacimiento, acci­dental a veces, o de la entidad social a la que se pudiera pertenecer por motivos circunstanciales y puramente personales. Esto mismo acreditan otros dos epígrafes hispanos: el uno de Sansueña, Zamora, y el otro de Rei­na, Badajoz. El zamorano es el epitafio de L. Heren­nius Lucii Filius Galeria, Callicus, domo Ugia, soldado de la Legión X Gémina11 para quien no cabe hablar de otro domicilio que el de su Legión; sin embargo, se le llamaba Callicus, domo Ugia, con aparente contra­dicción entre uno y otro término, pues la Ugia conoci­da no es gala, sino española; la explicación podría ser que Herennio era galo por nacimiento o por nacionali­dad adquirida posteriormente, de donde le quedaría el sobrenombre, pero originario de Ugia, donde estaría el solar de su familia. El extremeño es caso muy semejan­te, pero más claro. Se refiere a L. Rufinus Primus, Ita­licus, domo Reginensis12, por donde se ve que el Italicus ha de referirse a Italia, de cuyo derecho gozaría acaso, y la patria a España, en Regina, donde fué encontrado el monumento. Los otros casos españoles denotan preci­samente la normalidad, siendo una misma la patria y la nación; y a propósito de ello es curioso advertir que en los diez y nueve ejemplares que conozco están en

11 M . Gómez-Moreno, Zamora. "Cat. Mon. de España", Madrid, 1927, pág. 51.

12 C . 1. L ., II, 1038. Mélida, en el "Cat. Mon. Espa­ña", Provincia de Badajoz, Madrid, 1925, t. I, pág. 420, lee: Reginensys.

 

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mayor proporción los extranjeros: quince 13. En el caso de Marcio Próculo podemos comprobar lo dicho. El y su hija eran socialmente patricienses, es decir, colonos de la Colonia Patricia ; pero su familia procedía de Sucaelo, donde acaso conservarían casa y hacienda y ello explicaría la aparición de la lápida en aquel lugar.

El empleo de la forma Sucaeloni, por el abla­tivo Sucaelone, puede ser considerado más que como una incorrección, como una persistencia del ablativo arcaico en i, y, quizá mejor, como una natural tenden­cia de la fonética indígena a sustituir la e por i en los vocablos latinos, según es corriente verlo en los epí­grafes hispanos.

El mayor interés de la lápida y la verdadera nove­dad que ella introduce, en orden a nuestros conocimien­tos de la geografía hispano-romana, es el darnos el nombre de la antigua Sucaelo, la cual sólo conocíamos hasta el presente por la Historia Natural de Plinio14. Comprobada, pues, por los dos textos, el literario y el epigráfico, no sólo la existencia de Sucaelo, sino la for­ma indiscutible del nombre, redúcese el problema a la

13           Españoles : Domo Tabalaca (Gómez-Moreno, Provincia de León, "Cat. Mon. de España", Madrid, 1925, pág. 19), Dono Vacoeci (Hübner, Add, nova ad C. v. II, Berlín, 1897, pág. 503, núm. 283), D(omo) Lim(icus) y D(omo) Segisama Brasaca (C. 1. L ., II, 3182 y 4157 respectivamente).

Extranjeros: Dom(o) Serdus (Gómez-Moreno, ob. cit., pá­gina 20), Domo Roma (C. I. L., II, 1085, 2600, 2650, 3423, 3424, 4226, 4322, 594I), D(omo) Lugudu(no), Domu Narbone, Domo Albentibili, Domo Cirta, [Domo) Tolosa (C. I. L., II, 2912, 3876, 4171, 4320 Y 4557 respectivamente) y Domo Vienna (Mélida, ob. rit., pág. 253).

14 Lug, cit.

    

    

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Sucaelo.         21

identificación de aquél con el solar de la antigua po­blación que lo llevó, lo cual considero resuelto al aparecer la piedra en el cerro de Las Cabezas, por las razo­nes siguientes. La primera se refiere a la procedencia de la lápida, pues aunque no encontrada in situ, no cabe dudar que es de allí, porque habiendo antigüedades de su tiempo en el cerro, no hay, por qué suponerla lleva­da de otra parte, y menos a un sitio elevado, en donde ni pudo utilizarse en construcciones posteriores, que no existen, ni podía servir de otra cosa que de estor­bo, razón por la cual fué retirada de su sitio y ence­rrada en el majano donde se encontró. Síguese, asegu­rada la procedencia de la piedra, que no puede refe­rirse a otra localidad el nombre Sucaelo, sabiendo, por fuente literaria y acreditada, que estuvo en la Bética , que era una de las ciudades más célebres del convento jurídico de Córdoba, y que se la cita entre otras pobla­ciones situadas precisamente en los alrededores de Fuen­te Tójar. Por consecuencia lógica, lo verosímil es que Sucaelo fué el nombre del poblado que ocupó el cerro de Las Cabezas15.

Añadiré, en fin, que cabe sospechar un origen in­dígena para el nombre Sucaelo, lo que se podría probar repasando la toponomástica peninsular, en la cual en-­

15 Don Francisco Julián Madrid, según Casas Deza en la obra citada, pretendió que en Fuente Tójar estuvo Iliturgi. Fer­nández-Guerra, en una carta publicada en La Ciudad de Ilitur­gícola, núm. 31 de la "Rev de Bellas Artes", t. I, Madrid, 1866-67, pág. 241, creyó que era el lugar de Iliturgícoli. Lo mismo opinó Maraver en su citado trabajo de la Academia de la Historia. Pero acerca del valor de tales atribuciones véase lo que dice Hübner en el C. I. L., II, pág. 218, y repásense las procedencias de las correspondientes inscripciones.

    (Pág. 22)

 

Lám.4-S.

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contramos los siguientes nombres: Baebelo, Baelo, Baé­tulo, Cástulo, Helo, Pompaelo, todos de formación se­mejante al recién descubierto, y todos con un elemento común, la terminación lo, que no puede ser atribuída a casualidad, sino obediente a la morfología hispánica por lo que a nombres de ciudades se refiere.

Madrid, mayo de I934.

(Pág. 23, Fotografía y lápida. Ver lám. 4-S).

Bajo la foto se escribe: En el centro el cerro de Las Cabezas en Fuente Tójar, provincia de Córdoba, visto desde el Mediodía. Ala izquierda La Cabezuela. A la derecha el pico de Ahillo, provincia de Jaén.

       Bajo la lápida se escribe: Lápida de mármol negro, encontrada en el interior de un majano en el cerro de Las Cabezas .-o'64 X 0'43 x o’12 m.

Abajo, para terminar

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Sucaelo.                                                                        J.M. de Navascués.

NOTAS:

Nuestro agradecimiento a don Daniel Castillero Delgado y a don José Nereo Leiva Fernández por su contribución al presente trabajo.

Hemos intentado en todo momento hacer una copia fiel del original (tipo de letra, paginación, aunque la mayoría de las veces no coincidan el número de palabras que en el original existen en los renglones) que nos llegó gracias a don Antonio Sánchez Onieva (q.e.p.d.), colaborador en su día del Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar.

El apellido que aparece en Negrita (Corral) debe ser Moral y no Corral, ya que este apellido es desconocido en Fuente-Tójar.

En el Museo Histórico Municipal de Fuente-Tójar existe una copia en escayola de 66 cm de larga por 43 cm de alta y 6 cm de grosor (lám. 2-S), pieza que es obra de Narciso Jurado Ávalos hecha 2001 e inventariada con el número 1.836. El original se conserva en el M. H. M. de Priego con el número de registro 88-79-1.  

 

 

 

ADDENDA:

            Concluido este trabajo, hemos recibido de parte de don Francisco Martínez Mejías, Cronista Oficial de Bujalance (Córdoba), a quien agradecemos enormemente su aportación, una fotocopia de un artículo periodístico titulado “Arqueología” publicado en Córdoba, en La Voz , Diario Republicano fechado el 23 de diciembre de1933, cuyo autor es J. Pérez Castillo . Dice así, sic:

            La “Gaceta” publica una disposición autorizando la práctica de excavaciones en la antigua ciudad de “Las Cabezas”, cuyo origen aún se desconoce a juzgar por los diferentes objetos y monedas que en el transcurso de los tiempos se han venido encontrando los jornaleros del agro en las faenas propias de sus trabajos, y cuya ciudad, está enclavada en el término municipal de Fuente Tójar.

            Muchos hombres han dirigido sus pensamientos hacia ese lugar en la posible creencia de que “allí había algo”, pero nadie dió nunca un paso decisivo para comenzar la práctica de unos trabajos que conforme a sus cavilaciones dieran resultado apetecido, previa la intervención, claro está, del Gobierno. Así han ido pasando los días, los meses y los años, y “Las Cabezas” continuaba oculta en las entrañas de la tierra, sometida a la acción devastadora del tiempo que después de ir destruyendo las riquezas arqueológicas que encierra, un tanto compasivo iba mostrándole a los hombres sus tesoros mediante la intervención del arado. Así, ayer salía a descubierto las líneas de una calle, más tarde eran halladas monedas, esculturas, capiteles, columnas, sepulturas y lápidas, hasta que hoy están a la vista las huellas fehacientes de una ciudad que tuvo relativa importancia en la Historia ; una mano poderosa, una inteligencia sublime y un interés decisivo se acumuló entusiástamente en este estado de cosas y vino a resolver y practicar en su momento la diáfana comprensión lo que siempre estuvo sometido a las tinieblas: S. E. el Jefe del Estado Español que vela por las ciudades, por los pueblos y las aldeas, se interesó por el asunto de modo extraordinario, cuando tuvo presente la ocasión.

            Un día, hace un par de meses, el vecino de esta localidad José Matas Moral, dueño de una pequeña parte de terreno del que ocupa “Las Cabezas”, en ocasión de estar retirando de la misma un majano, descubrió una lápida de mármol negro con una inscripción romana; un vestigio claro de lo que aquello es y lo que allí hay. En aquella ocasión se encontraba pasando unos días en su finca “ La Ginesa ”, S.E. el Presidente de la República , y aprovechando esa ocasión el poseedor de la lápida se la llevó al Jefe del Estado, el que al verla mostró un entusiasmo singular por el hallazgo, interesándose vivamente por ella.

            No podía por menos S. E. dado sus grandes conocimientos en esta materia, echar en olvido el asunto y en un rasgo más de los muchos suyos, de generosa protección a la Historia y al Arte, unida a su pueblo y colindantes, y debido a ello, al regresar S. E. a Madrid, hubo de mandar a un Delegado de Ministerio de Instrucción Pública, para que hiciera las investigaciones propias que el caso requería.

            Después han pasado unos meses y ya, como al principio decimos, la “Gaceta” nos brinda hecho realidad lo que siempre fué un sueño. Dos ventajas grandes proporciona esa disposición: una, colocar indudablemente a Fuente Tójar, una vez descubierta esa ciudad, en una ruta de turismo que haga de este rincón un pueblo de encanto y de leyenda, mostrando al forastero y al turista una joya más de las muchas que atesora al solar hispano; y la otra ventaja, es la de proporcionar trabajo a unos cuantos obreros ha tiempo parados, que siempre ostentaron el honroso título de trabajador.

   J. Pérez Castillo (Fuente Tójar, Diciembre, 1933)

                                                                                                                                                                        

LEIVA BRIONES, F. (2006d): “Fuente-Tójar. Museo Histórico Municipal. En Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba, 6. pp. 141-151.

LEIVA BRIONES, F. (2006e): “SVCAELO, ciudad misteriosa”. En Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba, 6. pp. 153-166.

 

                                                     

 

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